domingo, 30 de diciembre de 2007

El Mensaje


Autor:Francisco Javier Bernad Morales

(Exterior de un castillo. En el centro, la puerta, junto a ésta, una silla, dos ventanas a los lados. A la izquierda un bosquecillo y a la derecha, campos de cultivo. Gerberto y la princesa en el centro)

Princesa: Tenemos que hacer algo,

mi padre desea que me case

con Gilberto

Gerberto: Nunca lo consentiré.

Hablaré con vuestro padre

Princesa: De nada sevirá. Ya sabes que, sin faltarle al respeto,

si algo se le mete en la cabeza

nunca cambia de opinión.

Gerberto: No te falta la razón.

Aun recuerdo con horror

cuando se empeñó en decir

que era redonda la tierra

Princesa: Y para que se callara

todos dijimos que sí

Gerberto: Pero algo se podrá hacer

para que acepte nuestra boda.

Si yo matara a un dragón

me querría como yerno.

También si derrotara a los turcos,

si venciera a los piratas...

Princesa: No digas más tonterías.

Ni dragones, ni turcos, ni piratas,

aquí sólo hay lagartijas.

Con eso no vas a impresionarle.

Gerberto: Puedo descubrir América...

Princesa: Cuando vuelvas seré vieja.

Además he oído contar

que eso lo va a hacer Colón.

(Entra Eloísa, una dama, por la derecha)

Eloísa: Buenos días, Alteza,

Hola, Gerberto

Princesa: ¿Ocurre algo, Eloísa?

Pareces nerviosa

Eloísa: Vuestro padre, princesa,

desde esta mañana está muy extraño,

recorre el castillo de arriba abajo,

habla solo y aunque escucho tras la puerta

no le entiendo lo que dice.

Gerberto: ¡El rey preocupado!

Esta es mi oportunidad:

me entero del problema,

al momento lo resuelvo,

y aprovecho la ocasión

para pedirle tu mano

Princesa: Aunque tú lo hayas pensado,

no parece mal pensado.

Eloísa: Continuaré vigilando

por ver si descubro algo.

Gerberto: ¡Cuidado! Se oyen pasos

Princesa: Ocultémonos

(Gerberto, la Princesa y Eloísa se ocultan en el bosquecillo de la izquierda. Por la derecha entra el rey. Mientras habla se lleva las manos a la cabeza)

Rey: No lo puedo comprender

no me cabe en la cabeza...

¡Qué bien, una silla!

Lo pensaré sentado

que será más descansado.

(Por la derecha entran Gilberto, un caballero, y Elvira, una dama)

Elvira (hace una reverencia): ¡Buenas tardes! Majestad

Gilberto (también hace una reverencia) También os lo digo yo.

Que tengáis muy buenas tardes

Rey: Gracias, gracias, muchas gracias.

Pues aquí estaba pensando

Elvira: Mas, ¡che!, ¿pensando vos?

Eso no es digno de un rey

Gilberto: ¿Pues no tenéis mayordomo,

consejero y escudero,

hasta sastre y tesorero,

zurcidor y zapatero?

¡Qué piensen ellos!

Elvira: Si vuestro padre lo viera...

Gilberto: Si vuestra madre supiera...

Rey: &

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